ANDRÉS RUIZ TARAZONA /
A sus 85 años de edad Josep Maria Mestres Quadreny sigue siendo uno de los compositores más personales y atrevidos de nuestro panorama musical. Durante su ya larga vida -y le deseamos vivamente supere la centena- tan prolífica en el terreno creador, y nunca mejor usada esta palabra que solo debería aplicarse al supuesto autor del universo, Mestres nos ha abierto perspectivas desconocidas de lo sonoro trazando una música que nos fascina tanto por la novedad de sus planteamientos como por los sorprendentes hallazgos musicales que conlleva.
Su formación musical con Rosa María Kucharsky en el piano y Cristófor Taltabull en la composición, su amistad con Antoni Tapies, Joan Ponç, y sobre todo con el poeta Joan Brossa, con quien ha colaborado en tantas ocasiones, le situaron muy pronto en primera linea entre los compositores de su generación, donde encontramos figuras del relieve de Josep Soler o Joan Guinjoan.
Su música escénica supone ya una aportación novísima a todos los géneros, tanto el ballet (Roba i ossos, Petit diumenge, Vegetació submergida…) como el teatro musical (L’Armari en el mar) y la ópera (El gantxo, Cap de mirar). Todas ellas con textos y libretos de Joan Brossa. El gantxo, de 1959, pudo verse en la temporada 2005-2006 en el Gran Teatre del Liceu, dentro del ciclo Opera en el Foyer, coproducida con el Auditorio de Zaragoza y la Compañía de Danza Mar Gómez. La parte orquestal se encomendó al Grupo Enigma dirigido por Juan José Olives.
Pero la mayor parte de la obra de Mestres Quadreny pertenece al género de cámara, que ha cultivado continuamente y empleando los más variados orgánicos, es decir, plantillas instrumentales, aunque también es autor de al menos cuatro sinfonías, escritas entre 1983 y 2002.
Sin embargo, si exceptuamos el Quartet de catroc, estrenado en 1965 por el Cuarteto Parrenin, no había escrito nada para la formación emblemática en la música de cámara que es el cuarteto de cuerda (2 violines, viola y violonchelo). Parece ser que una conversación entre Mestres Quadreny y Guijoan en 2006 les llevó a considerar lo poco que habían cultivado el cuarteto de cuerda a pesar de su brillante historial (el del cuarteto y habría que añadir el de ellos mismos), así que decidieron hacerlo.
Así surgieron los tres cuartetos que aquel año 2006 compuso el músico manresano, incluidos en este disco. Obras de una imaginación tan admirable como el dominio del lenguaje expresivo y las posibilidades de los cuatro instrumentos del conjunto. Los efectos conseguidos nos dejan boquiabiertos. A veces, como ocurre en el Cuarteto V, aparece un movimiento (el allegro scherzando, corte 3, minuto 9’44”) que se asemeja al scherzo de un cuarteto convencional, por cierto, tras un andante comodo realmente único, donde Mestres nos introduce en la serenidad y el misterio de un mundo sin materia.
También Laberint, la obra que cierra el disco, se mueve en un terreno más asequible al oyente que prefiere lo melódico a lo rítmico y rehuye las nuevas técnicas. Es una adaptación de la música incidental para la obra del dramaturgo Albert Mestres Otro Wittgenstein, si gustais o el holocausto (2009). Según Oriol Pérez i Treviño, autor de las buenas notas al disco, Mestres Quadreny parece volver aquí una obra suya muy anterior Envío a Tapies (1961), otro de los artistas, como Miró, influyentes en su concepción del arte.
Es evidente que el Brossa Quartet de Corda ha tenido mucho que ver en la creación de estas obras. Sin su permanente inquietud por las múltiples variantes de la composición musical de los últimos años, el compromiso político y social y la impecable técnica, un producto tan complejo como este compacto no tendría el perfecto acabado que tiene.
http://www.elartedelafuga.com/wp/2014/02/19/los-cuartetos-de-mestres-quadreny